El medio es también por su parte un sistema que podemos
representar muy gráficamente como una serie de ecuaciones diferenciales en el
que las variables de cada una de ellas son función a su vez de las otras. Si
por ejemplo aumenta el CO del aire la función respiratoria humana, -que está
interdependiendo de una variable del sistema aéreo-, va a resultar modificada,
lo que repercutirá en otra función, la circulatoria que es a su vez una función
de la vida.
Filosóficamente, toda esta cadena de concatenaciones e
interdependencias se formuló diciendo
que el hombre es el producto de su interrelación con el medio. Dicho de
otra forma: un sistema sometido a un proceso dialéctico con su entorno, el cual
lo va modificando siendo a su vez modificado por éste.
Estos sistemas, tanto al que llamamos Hombre, como aquel otro
más complejo que engloba a éste y que llamamos Medio, tienen una compleja red
de servomecanismos que los hacen tender a perpetuarse. En ello radica su
equilibrio. De tal manera que ante una variación del entorno se va a producir
otra variación en el sistema individualizado para situar a este de nuevo en el
equilibrio relativo que tenía con su entorno.
Cuando la variación es tan brusca o importante que no se pueden acondicionar los sistemas que dependen de aquel que ha variado, se produce lo que denominamos catástrofe. Son esos centenares de miles de peces que no han podido adecuarse de repente a las nuevas substancias que traía su río, y son noticia de catástrofe ecológica.
Resultado de una "catástrofe" de esta naturaleza somos
nosotros mismos y el resultado de otra
pudiera ser nuestra desaparición.
Ante nosotros tenemos cada día el testimonio de lo que fue una
era anterior a la nuestra, donde la invasión de lo vegetal fue tan brutal que
fijó hasta el 90% del carbono que estaba libre en la atmósfera, cambiando la
composición atmosférica de la tierra, inhabitada, para convertirla en
oxigenada, que es la que hoy permite la vida.
El proceso contrario de "carbonatación" lo estamos
realizando ya. Y no en una "era" de la historia de nuestro planeta
que representa miles de millones de años, ni en una época de nuestra historia
que abarque algunos miles de años. Lo estamos haciendo simplemente en unos
años.
Si la estadística es cierta, en menos de trescientos años
habremos devuelto a la atmósfera la casi totalidad del carbono que la
"revolución verde" pudo fijar, para hacer nuestra vida posible.
Este carbono está ahora almacenado en los combustibles fósiles y
es liberado, fundamentalmente, por los procesos de combustión interna (motores)
y combustión externa (hornos, procesos fabriles, etc.).
Este elemento que hemos tomado como ejemplo, el carbono, es una
variable en muchas ecuaciones del sistema, de tal forma que cabe pensar que,
ante una variación generalizada de las variables de muchas de sus ecuaciones,
que son función de otras muchas y de ellas mismas se produzca un desequilibrio
generalizado. La incógnita está en saber si los servomecanismos de regulación
serán lo suficientemente ágiles como para conservar la tendencia al equilibrio,
o por el contrario no lo serán, inaugurándose entonces, a través de una "catástrofe",
un nuevo equilibrio, una nueva Biosfera donde el hombre no tenga lugar.
La incógnita se sitúa aquí, en la capacidad de los mecanismos
humanos de adaptación para el cambio. Se puede pensar que la combustión interna
que representa el proceso respiratorio, el cual mantiene nuestro metabolismo,
sea posible con otro elemento diferente al oxígeno, pero lo que no sabemos es
el "tiempo" genético necesario para ello.
Si el cambio es brusco, significa la muerte. Y la brusquedad
habría que apreciarla comparativamente en términos de períodos de evolución.
Así 2.500.000 años de evolución hasta el "homo tecnologicus",
frente a los 200 años de "revolución industrial" en los que nos
constan estas profundas variaciones.
El hombre, como los demás organismos vivos, vegetales y
animales, en tanto que conjunto de funciones interrelacionadas, -algunas de las
cuales, la psíquica, la respiratoria, etc, tienen como ya hemos dicho un techo
de variación muy estrecho y una gran importancia sobre el resto del conjunto-,
dispone también de servomecanismos que le hacen tender al equilibrio. Estos
servomecanismos son tanto biológicos como sociales.
Nuestra impresión es que
los servomecanismos sociales -uno de los cuales es este propio artículo-, no
están actuando lo suficientemente rápido dentro de nuestro tiempo genético de
adaptación por lo que queremos llamar la atención sobre ello.
Relatar, el estado lamentable de nuestro planeta y la ausencia
de calidad de vida, no ya de los habitantes de los países más pobres sino de
los cientos de millones de los habitantes de las ciudades de los países más
ricos, sería seguir por el camino de la cínica connivencia de tratar de enseñar
a quienes, teniendo una contrastada información de lo que acontece, siguen
actuando en detrimento del ambiente y de la calidad de la vida de los
ciudadanos del mundo, con el único objetivo de acumular más poder.
La situación, según los Informes Nacionales de la mayoría de los
países y de los programas internacionales, no es sostenible, y en el fondo de
todos ellos y explícitamente en algunos informes de carácter internacional se
habla ya decididamente de la necesidad de establecer una nueva ética de la vida
sostenible e implantarla a nivel planetario.
No hace falta recurrir a nuevos estudios ni al diseño de nuevos
modelos, para comprender la perentoriedad en que nos encontramos frente al
desafío de un cambio generalizado de la relación de la Sociedad y de los
individuos con su Medio. Tampoco hace falta recurrir a más mecanismos
dilatorios de preparación de informes o formación de comisiones o programas,
para entender que la nueva ética de la relación del Individuo y la sociedad con
su medio y con los recursos que lo sostienen, ha de venir basada en el derecho
fundamental de la persona a un medio ambiente que sea capaz de potenciarlo como
persona, así como el derecho que las generaciones futuras tienen a poder vivir,
al menos, en las condiciones que lo hacen las actuales.
Es evidente también que al igual que la persona, el propio Medio
tiene unos derechos objetivos que, como la biodiversidad o el respeto por la
integridad de los ciclos que están haciendo funcionar nuestra Biosfera, van más
allá de los derechos estrictos de la persona, rebasando incluso los derechos
del hombre como especie. Sin que el antropocentrismo hasta ahora dominante,
pueda negar el hecho de que no solo a nuestra especie pertenece el planeta que
habitamos.
Las grandes conquistas sociales generalizadas han sido posibles
gracias a pequeñas declaraciones fundamentales que, como la de los Derechos de la Persona formalizada a
finales del siglo XVIII por la Revolución Francesa , han sido motor incansable de
los logros en el reconocimiento de la dignidad de la persona, de su vida, de su
derecho a la igualdad, etc.
De igual forma, en nuestros días, la Declaración Universal
de los Derechos Humanos, aprobada y proclamada por la Resolución 217 A de la Asamblea de Naciones
Unidas, el 10 de Diciembre de 1948,
ha servido como irremplazable herramienta en las
conquistas personales y sociales, habiendo sido recientemente tomadas como
ética del nuevo orden mundial, y base incluso de acciones contundentes para su
restablecimiento en aquellos países que a juicio de la Asamblea General
de Naciones Unidas estaban siendo conculcadas.
Parece lógico que se incardine también en este contexto la nueva
ética que se demanda en la relación de los individuos y las sociedades con su
medio ambiente, y en esa dirección queremos proponer la ampliación de la Declaración Universal
de los Derechos Humanos en el sentido de incluir en la misma el derecho
subjetivo de la persona a su medio y el derecho objetivo del medio a permanecer
como marco de la vida de las distintas especies que nos acompañan y de la
nuestra misma.
En lo que conocemos, nuestra historia, como especie, ha estado
tan condicionada por el medio que ha sido posible establecer su evolución misma
como constante adaptación a él, de tal forma que se ha llegado a definir a la
persona como el resultado de la interacción del individuo con su medio.
Por otro lado, las condiciones del medio en las que se ha desenvuelto el hombre tienen unas cualidades precisas, fuera de las cuales su vida no es, ni hubiese sido, posible. Por ello la variación de estas condiciones, cuya constancia tenemos ya de forma certera, intranquiliza por razones obvias de supervivencia a la comunidad internacional. Por decirlo más concretamente: tenemos pruebas de que los mecanismos de autodefensa de la especie humana se han puesto en funcionamiento, de ahí el imparable auge del ecologismo.
Como decíamos antes queda la inquietante tarea de averiguar si
esos mecanismos tienen la agilidad necesaria. Y como muestra proponemos la
reflexión sobre lo conseguido en los 40 años que nos separan de la Conferencia de
Estocolmo.
La actividad internacional en la evaluación de los estándares de calidad de los distintos medios en relación con la salud humana nos está ya apuntando la relación que estos tienen con el derecho fundamental, por excelencia, de la persona que es su derecho a la misma vida.
Por experiencia conocemos cómo un medio contaminado va
desposeyendo silenciosamente a la persona de la primera premisa de su calidad
de vida, que es sin duda la salud, por lo que ese será un nivel que habremos de
establecer como límite de calidad de cualquier medio: su inocuidad para la
salud de los individuos de su entorno.
Sin que sea este sitio adecuado para llevar a cabo
disquisiciones teóricas, hemos de convenir que el ser humano tiene unas
estructuras intelectuales colectivas que le hacen tener su propio paisaje
cultural, su folklore, su artesanía, su universo cromático o musical, su
arquitectura, etc, a las cuales que tiene derecho colectivo y personal, así como
a un paisaje natural que se incardina desde luego como telón de fondo de todo
ello.
La investigación y experiencia científica han dejado claramente
expresadas en un variado campo del conocimiento, cómo la diversidad es riqueza
y símbolo de vida. Por el contrario la homogeneización, la uniformidad, la
simplificación lo es de ocaso, de esclerosis y de muerte.
Es el mundo de las relaciones económicas el que más ha hecho
modificar el hábitat de los hombres y su medio ambiente en los últimos tiempos,
al tomar a los recursos naturales como vector de la plusvalía en vez de
herramienta para satisfacer necesidades humanas.
Un mercantilismo producto de sociedades sin vitalidad, ha invadido perversamente el mundo rico de tradiciones y de culturas populares hasta convertirlo todo en suburbio urbano.
Creemos que es tiempo ya de comenzar a poner en tela de juicio
el modelo económico exportado por las potencias occidentales que se basa en
necesidades artificialmente creadas para drenar las pobres economías de los
países con recursos naturales. El mismo modelo ha inmerso a los propios países
occidentales en un economicismo de la vida, donde la estética ha sido
desplazada por el precio de los objetos, y cuyo baremo de éxito social se ha
derivado desde la cultura, el arte, o el conocimiento, hacia una zafia
opulencia que necesita consumir desproporcionadamente para su afianzamiento.
La emisión de contaminantes a los medios atmosféricos y
acuáticos está amenazando silenciosamente la salud de las personas, mientras
provoca cambios climáticos y destruye o modifica la capa de ozono con los
riesgos de cánceres generalizados que todo el mundo conoce.
La estabilidad psíquica de los habitantes de nuestras ciudades,
planificadas desde el punto de vista de las plusvalías del suelo en vez de
serlo desde la base del crecimiento y desarrollo armónico de la persona, está
siendo amenazada constantemente por agresiones externas de ruidos, imágenes o
estímulos luminosos, que fuera de cualquier control voluntario de la persona,
sobreactivan su sistema psíquico, produciendo el conocido stress, base de
sufrimiento de la persona y que afectará a finales de siglo a más del 60% de la
población mundial que para entonces ya será urbana.
El
derecho objetivo de la
Biosfera
De este navegante solitario no entendemos todo, pero
fundamentalmente no se nos alcanza a comprender el papel que el Hombre está
representando aquí.
El resto de las especies que nos acompañan es evidente que
tienen su derecho objetivo a la existencia. Pero además no estamos en situación
de afirmar cual va a ser el papel que dichas especies están tomando en el
desarrollo de la vida ni si ese papel tendrá alguna relevancia para la vida del
hombre en el futuro.
Haciendo un más que necesario ejercicio de modestia, hemos de convenir que la diversidad genética, cuya importancia no nos es bien conocida, debe de obedecer a exigencias telúricas no conocidas aún, pero cuya función es o será necesaria en
Estos derechos objetivos de
El art. 13 dice que la Asamblea General
"hará recomendaciones para ayudar a
hacer efectivos los derechos humanos".
También el Consejo Económico y Social, según el art. 62, "podrá hacer recomendaciones con el objeto de
promover el respeto a los derechos humanos..." y según el art. 68
también "establecerá comisiones de
orden económico y social para la promoción de los derechos humanos".
He aquí un mecanismo mundial que podría vehiculizar, con la
agilidad que se necesita, la puesta en marcha de esos servomecanismos sociales
cuya efectividad por los caminos tradicionales, podría ser nula.
Por ello creemos que debemos de trabajar en la consecución de
una modificación de la
Declaración en el sentido que tome como resolución propia
presentar ante la
Asamblea General de Naciones Unidas la propuesta de
introducción de la addenda que a continuación formulamos en la Declaración Universal
de los Derechos Humanos para que su aprobación sea sometida a votación, previas
las formalidades que hacen al caso.
De esta forma
Addenda
1. El Medio donde se desarrolla la Vida es patrimonio de toda la Humanidad. Nadie
tiene la facultad de cambiar sus ciclos, de hacer desaparecer especies
vegetales ni animales, de introducir agentes extraños que la modifiquen, ni de
extinguir sus recursos.
2. La persona tiene el derecho fundamental de disfrutar de un
Medio Ambiente que no altere ni interfiera en el normal desarrollo de sus
funciones vitales, y que genere el más alto grado obtenible de bienestar,
favoreciendo el desarrollo armónico de la persona.
.........................................Querido lector/a de mi Blog, me gustaría llevar a cabo un proceso de recogida de firmas para la introducción de esta Addenda en
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