lunes, 5 de marzo de 2012

Propuesta para la Introducción del Derecho Fundamental de la persona a su Medio Ambiente en la Declaración Universal de Derechos Humanos

Derecho Fundamental de la Persona a su Medioambiente


   El hombre, como el resto de organismos vivos vegetales y animales, es un sistema, esto es un conjunto de funciones interrelacionadas entre sí, algunas de las cuales -la respiratoria, la alimenticia, etc. Tienen un techo de variación muy bajo y dependen fundamentalmente del exterior, esto es del medio en el que está inmerso ese sistema.
   El medio es también por su parte un sistema que podemos representar muy gráficamente como una serie de ecuaciones diferenciales en el que las variables de cada una de ellas son función a su vez de las otras. Si por ejemplo aumenta el CO del aire la función respiratoria humana, -que está interdependiendo de una variable del sistema aéreo-, va a resultar modificada, lo que repercutirá en otra función, la circulatoria que es a su vez una función de la vida.
   Filosóficamente, toda esta cadena de concatenaciones e interdependencias se formuló diciendo que el hombre es el producto de su interrelación con el medio. Dicho de otra forma: un sistema sometido a un proceso dialéctico con su entorno, el cual lo va modificando siendo a su vez modificado por éste.
   Estos sistemas, tanto al que llamamos Hombre, como aquel otro más complejo que engloba a éste y que llamamos Medio, tienen una compleja red de servomecanismos que los hacen tender a perpetuarse. En ello radica su equilibrio. De tal manera que ante una variación del entorno se va a producir otra variación en el sistema individualizado para situar a este de nuevo en el equilibrio relativo que tenía con su entorno.

   Cuando la variación es tan brusca o importante que no se pueden acondicionar los sistemas que dependen de aquel que ha variado, se produce lo que denominamos catástrofe. Son esos centenares de miles de peces que no han podido adecuarse de repente a las nuevas substancias que traía su río, y son noticia de catástrofe ecológica.

   Resultado de una "catástrofe" de esta naturaleza somos nosotros  mismos y el resultado de otra pudiera ser nuestra desaparición.
   Ante nosotros tenemos cada día el testimonio de lo que fue una era anterior a la nuestra, donde la invasión de lo vegetal fue tan brutal que fijó hasta el 90% del carbono que estaba libre en la atmósfera, cambiando la composición atmosférica de la tierra, inhabitada, para convertirla en oxigenada, que es la que hoy permite la vida.
   El proceso contrario de "carbonatación" lo estamos realizando ya. Y no en una "era" de la historia de nuestro planeta que representa miles de millones de años, ni en una época de nuestra historia que abarque algunos miles de años. Lo estamos haciendo simplemente en unos años.
   Si la estadística es cierta, en menos de trescientos años habremos devuelto a la atmósfera la casi totalidad del carbono que la "revolución verde" pudo fijar, para hacer nuestra vida posible.
   Este carbono está ahora almacenado en los combustibles fósiles y es liberado, fundamentalmente, por los procesos de combustión interna (motores) y combustión externa (hornos, procesos fabriles, etc.).
   Este elemento que hemos tomado como ejemplo, el carbono, es una variable en muchas ecuaciones del sistema, de tal forma que cabe pensar que, ante una variación generalizada de las variables de muchas de sus ecuaciones, que son función de otras muchas y de ellas mismas se produzca un desequilibrio generalizado. La incógnita está en saber si los servomecanismos de regulación serán lo suficientemente ágiles como para conservar la tendencia al equilibrio, o por el contrario no lo serán, inaugurándose entonces, a través de una "catástrofe", un nuevo equilibrio, una nueva Biosfera donde el hombre no tenga lugar.

   La incógnita se sitúa aquí, en la capacidad de los mecanismos humanos de adaptación para el cambio. Se puede pensar que la combustión interna que representa el proceso respiratorio, el cual mantiene nuestro metabolismo, sea posible con otro elemento diferente al oxígeno, pero lo que no sabemos es el "tiempo" genético necesario para ello.
   Si el cambio es brusco, significa la muerte. Y la brusquedad habría que apreciarla comparativamente en términos de períodos de evolución.
    Así 2.500.000 años de evolución hasta el "homo tecnologicus", frente a los 200 años de "revolución industrial" en los que nos constan estas profundas variaciones.
    El hombre, como los demás organismos vivos, vegetales y animales, en tanto que conjunto de funciones interrelacionadas, -algunas de las cuales, la psíquica, la respiratoria, etc, tienen como ya hemos dicho un techo de variación muy estrecho y una gran importancia sobre el resto del conjunto-, dispone también de servomecanismos que le hacen tender al equilibrio. Estos servomecanismos son tanto biológicos como sociales.
    Nuestra impresión es que los servomecanismos sociales -uno de los cuales es este propio artículo-, no están actuando lo suficientemente rápido dentro de nuestro tiempo genético de adaptación por lo que queremos llamar la atención sobre ello.
 
  La Conferencia de Estocolmo, el Informe Brundlan, los 32 programas que Naciones Unidas mantienen abiertos sobre el Medio Ambiente, y los cientos de informes nacionales y/o internacionales que se han producido en este campo hasta la inauguración de la Conferencia de Río de Janeiro y el resultado de ella misma, han de hacernos advertir que, si bien no han sido un fracaso total, no han sido capaces de resolver los problemas planteados ya en 1972 y ni siquiera de evitar que aparecieran nuevos problemas desconocidos hace 20 años, como el agujero de la capa de ozono.

  Relatar, el estado lamentable de nuestro planeta y la ausencia de calidad de vida, no ya de los habitantes de los países más pobres sino de los cientos de millones de los habitantes de las ciudades de los países más ricos, sería seguir por el camino de la cínica connivencia de tratar de enseñar a quienes, teniendo una contrastada información de lo que acontece, siguen actuando en detrimento del ambiente y de la calidad de la vida de los ciudadanos del mundo, con el único objetivo de acumular más poder.
   La situación, según los Informes Nacionales de la mayoría de los países y de los programas internacionales, no es sostenible, y en el fondo de todos ellos y explícitamente en algunos informes de carácter internacional se habla ya decididamente de la necesidad de establecer una nueva ética de la vida sostenible e implantarla a nivel planetario.
   No hace falta recurrir a nuevos estudios ni al diseño de nuevos modelos, para comprender la perentoriedad en que nos encontramos frente al desafío de un cambio generalizado de la relación de la Sociedad y de los individuos con su Medio. Tampoco hace falta recurrir a más mecanismos dilatorios de preparación de informes o formación de comisiones o programas, para entender que la nueva ética de la relación del Individuo y la sociedad con su medio y con los recursos que lo sostienen, ha de venir basada en el derecho fundamental de la persona a un medio ambiente que sea capaz de potenciarlo como persona, así como el derecho que las generaciones futuras tienen a poder vivir, al menos, en las condiciones que lo hacen las actuales.
   Es evidente también que al igual que la persona, el propio Medio tiene unos derechos objetivos que, como la biodiversidad o el respeto por la integridad de los ciclos que están haciendo funcionar nuestra Biosfera, van más allá de los derechos estrictos de la persona, rebasando incluso los derechos del hombre como especie. Sin que el antropocentrismo hasta ahora dominante, pueda negar el hecho de que no solo a nuestra especie pertenece el planeta que habitamos.
   Las grandes conquistas sociales generalizadas han sido posibles gracias a pequeñas declaraciones fundamentales que, como la de los Derechos de la Persona formalizada a finales del siglo XVIII por la Revolución Francesa, han sido motor incansable de los logros en el reconocimiento de la dignidad de la persona, de su vida, de su derecho a la igualdad, etc.
   De igual forma, en nuestros días, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada y proclamada por la Resolución 217 A de la Asamblea de Naciones Unidas, el 10 de Diciembre de 1948, ha servido como irremplazable herramienta en las conquistas personales y sociales, habiendo sido recientemente tomadas como ética del nuevo orden mundial, y base incluso de acciones contundentes para su restablecimiento en aquellos países que a juicio de la Asamblea General de Naciones Unidas estaban siendo conculcadas.
   Parece lógico que se incardine también en este contexto la nueva ética que se demanda en la relación de los individuos y las sociedades con su medio ambiente, y en esa dirección queremos proponer la ampliación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en el sentido de incluir en la misma el derecho subjetivo de la persona a su medio y el derecho objetivo del medio a permanecer como marco de la vida de las distintas especies que nos acompañan y de la nuestra misma.

Derecho de la Persona a su entorno
   En lo que conocemos, nuestra historia, como especie, ha estado tan condicionada por el medio que ha sido posible establecer su evolución misma como constante adaptación a él, de tal forma que se ha llegado a definir a la persona como el resultado de la interacción del individuo con su medio.

   Por otro lado, las condiciones del medio en las que se ha desenvuelto el hombre tienen unas cualidades precisas, fuera de las cuales su vida no es, ni hubiese sido, posible. Por ello la variación de estas condiciones, cuya constancia tenemos ya de forma certera, intranquiliza por razones obvias de supervivencia a la comunidad internacional. Por decirlo más concretamente: tenemos pruebas de que los mecanismos de autodefensa de la especie humana se han puesto en funcionamiento, de ahí el imparable auge del ecologismo.
   Como decíamos antes queda la inquietante tarea de averiguar si esos mecanismos tienen la agilidad necesaria. Y como muestra proponemos la reflexión sobre lo conseguido en los 40 años que nos separan de la Conferencia de Estocolmo.

   La actividad internacional en la evaluación de los estándares de calidad de los distintos medios en relación con la salud humana nos está ya apuntando la relación que estos tienen con el derecho fundamental, por excelencia, de la persona que es su derecho a la misma vida.
   Por experiencia conocemos cómo un medio contaminado va desposeyendo silenciosamente a la persona de la primera premisa de su calidad de vida, que es sin duda la salud, por lo que ese será un nivel que habremos de establecer como límite de calidad de cualquier medio: su inocuidad para la salud de los individuos de su entorno.
   Sin que sea este sitio adecuado para llevar a cabo disquisiciones teóricas, hemos de convenir que el ser humano tiene unas estructuras intelectuales colectivas que le hacen tener su propio paisaje cultural, su folklore, su artesanía, su universo cromático o musical, su arquitectura, etc, a las cuales que tiene derecho colectivo y personal, así como a un paisaje natural que se incardina desde luego como telón de fondo de todo ello.
   La investigación y experiencia científica han dejado claramente expresadas en un variado campo del conocimiento, cómo la diversidad es riqueza y símbolo de vida. Por el contrario la homogeneización, la uniformidad, la simplificación lo es de ocaso, de esclerosis y de muerte.
   Es el mundo de las relaciones económicas el que más ha hecho modificar el hábitat de los hombres y su medio ambiente en los últimos tiempos, al tomar a los recursos naturales como vector de la plusvalía en vez de herramienta para satisfacer necesidades humanas.

   Un mercantilismo producto de sociedades sin vitalidad, ha invadido perversamente el mundo rico de tradiciones y de culturas populares hasta convertirlo todo en suburbio urbano.

   Creemos que es tiempo ya de comenzar a poner en tela de juicio el modelo económico exportado por las potencias occidentales que se basa en necesidades artificialmente creadas para drenar las pobres economías de los países con recursos naturales. El mismo modelo ha inmerso a los propios países occidentales en un economicismo de la vida, donde la estética ha sido desplazada por el precio de los objetos, y cuyo baremo de éxito social se ha derivado desde la cultura, el arte, o el conocimiento, hacia una zafia opulencia que necesita consumir desproporcionadamente para su afianzamiento.
   La emisión de contaminantes a los medios atmosféricos y acuáticos está amenazando silenciosamente la salud de las personas, mientras provoca cambios climáticos y destruye o modifica la capa de ozono con los riesgos de cánceres generalizados que todo el mundo conoce.
   La estabilidad psíquica de los habitantes de nuestras ciudades, planificadas desde el punto de vista de las plusvalías del suelo en vez de serlo desde la base del crecimiento y desarrollo armónico de la persona, está siendo amenazada constantemente por agresiones externas de ruidos, imágenes o estímulos luminosos, que fuera de cualquier control voluntario de la persona, sobreactivan su sistema psíquico, produciendo el conocido stress, base de sufrimiento de la persona y que afectará a finales de siglo a más del 60% de la población mundial que para entonces ya será urbana.

 

El derecho objetivo de la Biosfera

   En este navegante solitario, como se ha calificado a nuestro Planeta, no estamos solos.
   De este navegante solitario no entendemos todo, pero fundamentalmente no se nos alcanza a comprender el papel que el Hombre está representando aquí.
   El resto de las especies que nos acompañan es evidente que tienen su derecho objetivo a la existencia. Pero además no estamos en situación de afirmar cual va a ser el papel que dichas especies están tomando en el desarrollo de la vida ni si ese papel tendrá alguna relevancia para la vida del hombre en el futuro.

   Haciendo un más que necesario ejercicio de modestia, hemos de convenir que la diversidad genética, cuya importancia no nos es bien conocida, debe de obedecer a exigencias telúricas no conocidas aún, pero cuya función es o será necesaria en la Biosfera.

   La Vida permanece en función de que sus elementos fundamentales se renuevan constantemente en la Biosfera a través de unos fenómenos cíclicos que se dan para cada uno de sus elementos. Esta función cíclica o de reciclaje de los elementos vitales tiene una mecánica cuyas reglas no pueden ser variadas, y deben seguir sustentando el sistema de la vida sin sufrir disfunciones provocadas por el hombre.

   Estos derechos objetivos de la Biosfera son en el fondo derechos subjetivos del hombre, ya que sin ellos la especie humana no subsistiría.

Las Naciones Unidas y los Derechos Humanos


   La Carta de la Organización de las Naciones Unidas hace referencia a la protección de los derechos humanos e incluso a una promoción internacional de los mismos. En su preámbulo, esta Carta proclama que los pueblos de las Naciones Unidas están resueltos a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del Hombre. El art. 1º, apartado 3, señala entre los fines de la Organización "realizar la cooperación internacional ... en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos ...". En el art. 55 c se prevé "la promoción por la Organización del respeto universal de los derechos humanos" y en el art. 56 se estipula que "todos los miembros se comprometen a tomar medidas conjunta o separadamente en cooperación con la Organización para la realización de los propósitos consignados en el artículo 55.
   El art. 13 dice que la Asamblea General "hará recomendaciones para ayudar a hacer efectivos los derechos humanos".
  También el Consejo Económico y Social, según el art. 62, "podrá hacer recomendaciones con el objeto de promover el respeto a los derechos humanos..." y según el art. 68 también "establecerá comisiones de orden económico y social para la promoción de los derechos humanos".
  He aquí un mecanismo mundial que podría vehiculizar, con la agilidad que se necesita, la puesta en marcha de esos servomecanismos sociales cuya efectividad por los caminos tradicionales, podría ser nula.
  Por ello creemos que debemos de trabajar en la consecución de una modificación de la Declaración en el sentido que tome como resolución propia presentar ante la Asamblea General de Naciones Unidas la propuesta de introducción de la addenda que a continuación formulamos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos para que su aprobación sea sometida a votación, previas las formalidades que hacen al caso.
  De esta forma la Asamblea General podría recomendar a los gobiernos la introducción en sus Constituciones del Derecho Fundamental de la Persona a su Medio Ambiente, dentro de la tercera generación de los derechos humanos y como homenaje a la primera formulación constitucional de estos derechos llevada a cabo por la primera Constitución de la República Francesa en 1793.

Addenda

     1. El Medio donde se desarrolla la Vida es patrimonio de toda la Humanidad. Nadie tiene la facultad de cambiar sus ciclos, de hacer desaparecer especies vegetales ni animales, de introducir agentes extraños que la modifiquen, ni de extinguir sus recursos.
     2. La persona tiene el derecho fundamental de disfrutar de un Medio Ambiente que no altere ni interfiera en el normal desarrollo de sus funciones vitales, y que genere el más alto grado obtenible de bienestar, favoreciendo el desarrollo armónico de la persona.
                                                  .........................................


Querido lector/a de mi Blog, me gustaría llevar a cabo un proceso de recogida de firmas para la introducción de esta Addenda en la Declaración Universal de los Derechos Humanos como un nuevo derecho fundamental, a través de Internet puesto que es un medio que nos posibilita la rápida comunicación con personas de diferentes ciudades y países. Por ello, espero vuestra colaboración, tanto escribiendo un comentario con vuestra opinión en este Blog, como enviándome a mi correo personal c.carrasco-munoz@hotmail.com un email con vuestros datos personales para poder realizar un documento de firmas. También podéis escribirme para dar vuestra idea personal sobre cómo llevaríais a cabo este asunto. Muchas gracias a tod@s.



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